martes, 6 de mayo de 2014

Capitulo II.- Adrián

A pesar de lo aprendido Adrián dentro de los años de su niñez como no era un chico muy popular ni de muchos amigos frecuento constantemente a Ana “la niña de la esquina” como la llamaba él, pero así como pasan las cosas y así como es la vida de inesperada en algún punto dejaron de verse.

Era ya entrada la adolescencia y Adrián creció alto y delgado, de pronto le nació el gusto por el deporte y se integró a los equipos de natación y baloncesto, se centró en sus entrenamientos, competiciones, calificaciones, tanto tiempo que su vida social no existía fuera de estas actividades, en su tiempo libre se ponía a mirar por su ventana escuchando música tratando de apagar el ruido de los golpes que recibía su mamá y los insultos que llenaban la casa, había dejado de llorar tiempo atrás por su madre, aún le tenía pavor a su padre, cada que estaba cerca de él le rehuía, trataba de no hablar, no moverse incluso, claro que aún y con eso no se escapaba de las golpizas de su padre. Adrián solía llorar en su recamara, se imaginaba en un lugar lejano de ahí, se imaginaba nadando o en un partido de baloncesto, se imaginaba ganando, y entre tantas fantasías de pronto cuando veía a su mamá arreglándose para ir a algún lugar, también se imaginaba maquillándose, eligiendo vestidos, zapatos, preocupándose por el peinado que se pondrá para resultar preciosa, para resaltar, cuando aquellas fantasías lo embargaban las lágrimas le corrían por los ojos porque a pesar de que le gustaban las mujeres, de que se excitaba cuando veía a alguna de sus compañeras en paños menores, cuando veía porno a escondidas en su cuarto, él quería vestirse, ser  mujer, por que según la descripción de su padre él no era un hombre, y no quería que su padre se enojara con él más, de alguna forma al ser mujer ya no estaría haciendo mal en sufrir o llorar.

Una tarde en que llegó a casa y se encontraba solo pensaba en dormir una siesta pero al pasar por el cuarto de su madre miro el tocador con todas aquellas pinturas para elegir, algo en su ser tal como un imán al metal le atrajo hacia ahí y empezó a elegir cual sombra, rubor, tono de lápiz, labial sería el perfecto y dio vuelo a su gusto, cuando termino le gusto lo que vio, sintió felicidad al pensar que su padre estaría contento, que ya no habría más golpizas por llorar o demás, estaba feliz frente al espejo observándose, no se dio cuenta de que alguien había entrado a casa, escucho un ruido y al voltear se dio cuenta que su madre estaba parada en la puerta observándole con cara de furia y extrañeza, el chico intento explicarle con una sonrisa en la cara cual era el propósito de su hazaña, Violeta lo vio con repulsión, detrás de ella apareció Ernesto quién al ver al muchacho hizo una mueca de sorpresa que desapareció para darle paso a la de ira el chico se le abalanzo explicándole que ya no tendría por qué golpearle más, Ernesto lo apartó de él y le dio un puñetazo en el estómago que dobló al chico, le dijo que eso no era así, que ahora era un fenómeno, que se arrepentía de que fuera su hijo, le reclamó que nunca hacia nada bien, que no hacia cosas como las que a él le gustaban y que nunca le daba satisfacciones siguió gritándole mientras le golpeaba Ardían no sabía con qué ni en qué momento pero sentía ardor en las orejas, le escurría no sabía si sudor o sangre de la cara, sentía muy caliente sus piernas y luego no sintió nada.
Adrián despertó en su cama por la madrugada vendado de brazos, y con un dolor fuerte en todo el cuerpo se sentía triste quería llorar, no porque lo hubiese golpeado su padre sino porque le había fallado de nuevo todo ese tiempo pensaba que esa era la solución, ahora no tenía nada, no sabía qué hacer para satisfacerlo.

Después de golpear a su hijo Ernesto estaba aún furioso y siguió su violencia hacia su esposa quién termino tumbada en el suelo, al verla caer, salió a la calle en el auto a dar una vuelta por ahí, se le venían las imágenes a la cabeza, aun sentía toda la furia y eso, eso le excitaba enormemente, con una mano en el volante y la otro en su miembro iba manejando lentamente observando a los peatones, se frotaba cada que veía alguna persona que le gustara, su necesidad incrementaba como iba avanzando vio dar vuelta en una cuadra a una chica morena de no más de 21 años muy atractiva acercó el coche y con ayuda su aun galantería y su carro deportivo del año la chica accedió a ir con él, empezó una plática de lo más común, ¿Cómo te llamas? ¿De dónde eres? ¿Cuántos años tienes? ¿Estudias o trabajas? Eran las preguntas que taparon el silencio del auto la chica efusiva contestaba las preguntas mientras observaba el interior del carro extremadamente lujoso, tocaba los asientos, miraba el estéreo, mientras le contestaba al extraño galante que iba manejando, en eso estaba cuando se percato que Ernesto se tocaba cada vez con más intensidad la entrepierna y comenzaba a bufar, la chica le dijo que quería bajar tratando de no parecer nerviosa pero al verlo a los ojos su intento falló, eran unos ojos profundos, oscuros, aterradores, llenos de lujuria, de ira, entonces gritó y sintió un fuerte golpe en la cabeza que la alentó. Ernesto había frenado y ella se había estrellado contra el parabrisas él se apresuró a desgarrarle la blusa, mientras buscaba un lugar donde detenerse, no encontró ninguno, decidió ir a su casa la chica forcejeaba con las pocas fuerzas que tenía se prendió fuertemente con los dientes del brazo de él esto solo lo excitó más y dejó caer fuertes puñetazos en la cara de la chica hasta que perdió el conocimiento, se estacionó en su cochera y se le subió encima a la chica a la cual había empujado al asiento trasero, desgarró el resto de la ropa de la chica y la ultrajó una y otra vez, hasta ver la sangre que salía a borbotones de su intimidad, se dejó fluir dentro de ella, y tuvo un gran orgasmo que disfrutó a cada segundo, terminó con ella y se le quedó encima descansando, sacó su celular e hizo una llamada corta dando indicaciones precisas de qué hacer con lo que quedaba de la chica.


Adrián no podía dormir por estar doliéndose, y tanto llanto y recriminación le dio hambre, pensaba en bajar y hacerse un lonche, pero se detuvo, escuchó ruidos en la parte de abajo y se sorprendió pensó que sus padre sestarían dormidos, caminó despacio aún con dolor en el cuerpo, entonces el ruido se hizo más nítido venia de la sala, vio el televisor prendido pero sin decir nada se fue acercando, no podía creer lo que veía se estremeció, y quiso salir de ahí sin hacer ruido pero tropezó, en el sofá logró distinguir dos figuras desnudas que se entrelazaban, al caer Adrián hizo ruido lo que ocasionó un grito ahogado de Violeta quién por reflejos se levantó tapándose su desnudes con cojines de la cama, el chico se quedó boquiabierto, no podía creer acababa de ver a sus padres haciéndolo no podía hablar y aún estaba procesando eso cuando vio levantarse a alguien más del sofá pero no era su padre, ni siquiera era hombre.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario