miércoles, 14 de mayo de 2014

Capitulo IV.- Adrián

Mientras que Adrián descubría por completo la identidad de la mujer con la que estaba su mamá y se quedara sin palabras mientras Violeta desde el sofá trataba de explicarle. Ernesto en el garaje esperaba la respuesta de sus matones para deshacerse del cadáver de la chica obtuvo su respuesta y aun excitado entró lentamente a la casa, Violeta escuchó la puerta abrirse y un frio le recorrió la espalda y la dejó inmóvil, Rosa soltó un grito apagado y Adrián simplemente se quedó ahí tirado sin decir nada, Ernesto levantó la mirada para observar las tres siluetas que le miraban directamente su vista se fijó en las dos mujeres desnudas y esbozó una gran sonrisa, estaba emocionado pues por primera vez su esposa hacia algo bueno para animarlo, con grandes zancadas por no decir brincos llegó al sofá  y empezó a quitarse la ropa, las dos mujeres quedaron sorprendidas y no tuvieron ocasión de hacer o decir nada antes de que él ya estuviera tocándolas, Rosa expresó su disgusto y manoteó con Ernesto este hizo caso omiso de aquello y siguió tocando a las dos, Violeta le indicó que no la tocara ni a ella ni a Rosa, desconcertado Ernesto se retiró hacia atrás y les recriminó el rechazo, miró fijamente hace su esposa y luego a Rosa y entonces entendió que estaba en una fiesta que no era para él y mucho menos estaba invitado, en ese momento les gritó que eran un par de putas, un par de lesbianas asquerosas, Rosa se levantó y le propino una gran bofetada que dobló por completo la cara de Ernesto y le salió un hilillo de sangre del labio superior, este solo sonrió y con los ojos llenos de furia tomó por la cintura fuertemente a Rosa quién no tuvo oportunidad de zafarse y la penetró varias veces, le mordió arduamente los pezones, se ensaño con sus muslos y se pescó de su cuello cual vampiro al asecho, Violeta intentaba quitárselo de encima pero entonces Enrique fuerte como era y aparte lleno de la adrenalina la lanzaba sin problemas hasta al otro lado de la habitación y cada que sentía muy fuerte la presión de su esposa le soltaba puñetazos a la cara, estómago y zona púbica dejándola fuera de combate. Cuando acabó su ataque contra Rosa esta quedó tirada en el suelo llorando y desangrando de las heridas den los mordisco, Ernesto vio su obra y se dirigió con su esposa pero cuando se dio cuenta ella estaba apuntándole con el arma que hacía mucho tiempo él mismo le había dado por si algún ladrón se atrevía a poner un pie en la casa, él soltó una risa despreocupada y le hizo seña para que bajara el arma pero Violeta al ver tirada a la mujer que le había proporcionado consuelo tanto tiempo sintió algo que le corrió por su cuerpo tal vez fuera valor, tal vez fuera el rencor dejándose salir, tal vez fuera simplemente la adrenalina del momento, el sentir el poder por primera vez entre todas aquellas en las que había sido agredida por Ernesto y apretó el gatillo ¡CLIC! Fue lo único que se escuchó en aquella sala a causa del seguro del arma aún puesto, seguido del sonido del cuerpo de Violeta contra el suelo al caer, seguido de una expresión de asombro de Ernesto.
El joven Adrián que estaba observando todo desde un rincón, se había levantado y golpeado a su madre con un bate de béisbol, después que la dejó inconsciente se acercó lentamente a su padre y esbozando una gran sonrisa le abrazo. Ernesto por primera vez en mucho tiempo abrazo a su hijo y lo estrechó contra su pecho.

Se dispusieron a recoger el cuerpo de Rosa y sacarlo a la cochera para que vinieran por él y se lo llevaran los matones de Ernesto, llamaron a limpieza y llevaron a Violeta a su cama. Cuando por fin fue a dormir el joven Adrián estaba feliz por primera vez en muchos años había pasado tiempo con su papá y lo había disfrutado y lo mejor de todo su papá también había disfrutado de su compañía.  

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